Dentro del concepto de Inteligencia Emocional, tal y como lo plantean Daniel Goleman y Richard Boyatzis , algunas de las variables o competencias destacadas son las de innovación, flexibilidad y capacidad de cambio. Sin embargo, no se suele reparar suficientemente en el hecho de que para desarrollar dichas competencias es necesario fomentar en las personas una actitud pro-activa y creativa ante la vida.
En efecto, en el ámbito de las empresas cada vez se oye hablar con más insistencia de la necesidad de contar con trabajadores imaginativos, que tengan capacidad de innovar y de generar nuevas ideas y nuevos productos. Como señala Claudio L. Soriano:
“Si usted pretende que su empresa progrese, tenga éxito, genere mayor rentabilidad, no existe otra alternativa: su empresa tendrá que ser creativa.”
Sin embargo, al hilo de esta reflexión, se me ocurren varias preguntas: ¿De qué tipo de creatividad estamos hablando?, ¿Únicamente nos interesa la creatividad cuando se ve en ella posibilidades de ampliación de mercado, creación de nuevos productos y necesidades y, en definitiva, de posibilidades de ganancia económica? Y, por otro lado, ¿Ya se preocupan los empresarios de generar situaciones y escenarios dentro de sus empresas para que la creatividad pueda realmente fluir? Está claro que el miedo al fracaso, la ansiedad, el estrés, la baja autoestima, la envidia, los celos, la percepción de falta de competencia, la exacerbada competitividad, el autoritarismo, la falta de libertad, la imposibilidad de tomar decisiones, la falta de sentido de nuestro quehacer diario, la apatía, el mal clima laboral, el excesivo control, la presión, el acoso, etc., pueden inhibir el pensamiento y los comportamientos creativos.
Sospecho que únicamente podremos potenciar la creatividad al máximo si somos capaces de emocionar y motivar a nuestros trabajadores. El rendimiento máximo y la máxima creatividad los conseguimos cuando hacemos lo que nos gusta y disfrutamos con ello.
¿Los responsables empresariales están dispuestos a introducir el concepto de “placer” en los escenarios laborales?
Este artículo fue publicado el 7-Noviembre-2006 por Iñaki Beti Sáez