La modesta vivienda se sitúa a orillas del lago Washington.
Si tenés la gracia de ser invitado, el bueno de Bill te entregará un "pin electrónico" que está conectado a la computadora central de la casa. Esta computadora sabe dónde estás en todo momento y almacena información personalizada sobre vos; pero no es para vigilarte sino para complacerte no importa en que sector de la casa te encuentres.De las paredes cuelgan grandes pantallas con reproducciones electrónicas de los cuadros más valiosos del mundo. Para hacerte más grata la estadía, la computadora central almacena información acerca tuyo y las pantallas se autoajustan a tus gustos. Cuando pases por la biblioteca podés admirar uno de los códices más preciados de Leonardo Da Vinci. En todas las habitaciones hay conexión directa a Internet. Si salís “de gira” por los pasillos de la casa no te preocupes, no te vas a perder nada porque la computadora sigue tus pasos programando las pantallas, luces, sonido y teléfono acorde con las instrucciones personalizadas de cada huésped. Si te dan ganas de ir al baño, don´t worry, hay 24 en toda la casa; si el hambre te sorprende podés usar cualquiera de las seis cocinas y si levanta frío prendés una de las seis chimeneas. Llevá el auto, total en el garage entran catorce. Si hace calor usá la enorme piscina de mármol de Carrara, dotada de un complejo sistema de hilo musical acuático.En fin, y si te dan ganitas de tener una como esa, por sólo 53 millones de “georgies”, como dice el amigo Claudio Destefano, es tuya.