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Actualmente, la empresa transporta a diario a unos 1.200 trabajadores, casi la cuarta parte de su plantilla local de casa al trabajo en 32 autobuses equipados con asientos de cuero y acceso inalámbrico a Internet.
Se permite llevar bicicletas en los portaequipajes exteriores, y perros en los asientos de delante. Los pasajeros pueden solicitar alertas en sus ordenadores y teléfonos móviles cuando los autobuses van con retraso. También pueden dar lustre a sus credenciales ecológicas, no sólo por dejar el coche en casa, sino también porque todos los autobuses de Google circulan con biodiésel. Ah, y son gratuitos.
"Básicamente dirigimos una pequeña agencia de transporte municipal", dice Marty Lev, director de seguridad de Google y supervisor del programa, según informó El País.
En la sede central de Google, un pequeño equipo de especialistas en transporte examina el tráfico, localiza en el mapa la residencia de los nuevos contratados y organiza nuevas rutas, a veces hasta 10 en un trimestre, para atender la creciente demanda.
Los autobuses, con una capacidad máxima de 37 pasajeros, hacen 132 viajes diarios a unas 40 paradas en más de 12 ciudades, atravesando seis condados de la Bahía de San Francisco y recorriendo unos 7.000 kilómetros.
Además de ser una generosa contraprestación o un gesto ecológico, el programa de transporte es una competitiva arma en las guerras de contratación de Silicon Valley.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta Google, con una plantilla que se duplica cada año, es el de seguir atrayendo a los mejores. Muchos trabajadores tecnológicos dicen que la ventaja de las opciones de compra de acciones para los nuevos contratados es limitada, teniendo en cuenta que las acciones ya se han cuadruplicado respecto a los 85 dólares de su salida a bolsa en 2004, según El País.
"Es la prestación complementaria más útil de Google", dice Wiltse Carpenter, programador de 45 años, refiriéndose al transporte de empleados. "Ha cambiado mi calidad de vida", dice.
Cómo es Googleplex
Google trabaja en 112 países, pero el corazón de todo su negocio o mejor, su cerebro está en Mountain View, en pleno Silicon Valley. Googleplex no es una ciudad, es un conjunto de edificios situados a cierta distancia, que los "googlers" recorren a pie, en bicicleta o en skate.
El predio de la firma está a una hora en tren de San Francisco, y a un tiempo indefinido en coche, así que Google ha puesto a disposición de sus empleados varios ómnibus gratuitos que realizan diariamente el recorrido entre la ciudad y la empresa.
En estas unidades hay acceso inalámbrico a internet. Los ingenieros pueden de ese modo usar sus portátiles para trabajar mientras se desplazan al trabajo o vuelven a sus hogares. Así, ya no pueden perder el tiempo ni en los baños ni en el regreso de la oficina.
Dicen que Google sirve las mejores comidas de todo Silicon Valley, cortesía de su primer cocinero, Charlie Ayers, antiguo chef de Grateful Dead. Al parecer, los fundadores de la compañía, Larry Page y Sergey Brin, querían que sus trabajadores fueran productivos y no perdieran tiempo al salir de la empresa para comer, así que le pidieron que las comidas fueran sanas, variadas y sabrosas. Y lo son.
Hay una cocina en cada planta de cada edificio, con bebidas, fruta fresca y tentempiés. Todo gratis. Y hay 11 cafeterías, entre ellas una de comida orgánica, donde todo lo que se consume ha sido cultivado allí. Es parte de su declaración culinaria de intenciones, que luce en las paredes: la comida será fresca, se usarán distribuidores locales, y se animará la creatividad de los cocineros.
Cómo se organiza
La forma en la que Google intenta fluir se llama “regla del 70-20-10”. Ésta es la manera en la que los empleados distribuyen su tiempo de trabajo. El 70% deben dedicarlo al negocio principal, es decir, las búsquedas, Google aún debe el 99% de sus ventas a los anuncios insertados en su buscador.
En la búsqueda de los nuevos productos revolucionarios con los que Google alimenta continuamente el mercado, los ingenieros pueden dedicar el 20% de su tiempo. Investigan servicios no directamente relacionados con el buscador. Así surgió, por ejemplo, Google News, que localiza noticias entre medios de comunicación del mundo, o Gmail, el correo electrónico.
El 10% restante del tiempo puede usarse en desarrollar cualquier idea, por muy extraña, extravagante o absurda que parezca. Como, por ejemplo, construir el esqueleto de un Tiranosaurius Rex en uno de los jardines del campus.
Cómo se fomentan las relaciones personales
A los trabajadores no les gusta contar cuánto ganan, aunque confiesan que están bien pagos, y tampoco quieren hablar de los billares, los masajes, las pelotas gigantes, los juguetes de lego, los patines para recorrer los pasillos o las lámparas de lava que adornan las mesas. Lo cierto es que toda la empresa parece un gigantesco y comodísimo hogar, con sofás en cada esquina, comida y bebida en cada mesa, y hasta perros y fiestas.
No hay horarios de trabajo, cada cual viene y va cuando se le antoja. Pueden vestir como les parezca, incluso en pijama o bermudas. Y todos los viernes se celebra el llamado TGIF o "Thank god its Friday" (gracias a Dios es viernes), y toda la empresa, incluidos los fundadores, se reúnen para cantar o comer. Google es flexible y generosa con sus cerebros. Pero también exigente.
No se contrata a cualquiera, para empezar. Un ingeniero con años de experiencia puede ser descartado porque sus notas de la universidad no son muy brillantes. Además, el riguroso proceso de selección incluye media docena de entrevistas personales y complejos cuestionarios para demostrar que, además de los más brillantes, son sociables, pueden trabajar en grupo y tienen intereses lejos de la computadora.