Flatulencias empresariales,
o los diversos usos
de la palabra "pedo"
en el ámbito empresarial argentino
Usualmente, y por una cuestión de principios, evitamos en este Newsletter caer en la tentación del humor fácil, de mal gusto, sexista, hiriente o discriminatorio de cualquier índole. Pero una situación de la que tuvimos noticias en estos días nos alertó sobre la importancia de compartir con nuestros Suscriptores (teniendo en cuenta que los hay de todos los países de habla hispana y más allá), una breve pero valiosa disquisición sobre una cuestión semántica que desorienta y confunde a profesionales que, por cuestiones laborales, realizan visitas a empresas en Argentina.
Se trata del profuso empleo que en nuestro país se hace de la palabra “pedo” y sus derivados. Consultando el Diccionario de la Real Academia Española, verificamos que, efectivamente y como todos suponemos, se define como una “ventosidad que se expele del vientre por el ano”. En el mismo sentido, una persona “que expele con frecuencia o sin reparo ventosidades del vientre” es calificada como un “pedorrero” (también una pedorrera en el caso de una dama, aunque admitamos que el grado de desarrollo de nuestra cultura hace menos verificables estos casos).
Continuando con las aclaraciones previas del diccionario, debemos informar que el uso que se hace habitualmente de la palabra “flatulencia”, como sinónimo de la anterior, no es del todo correcto. Efectivamente, flatulencia se define como “afección o molestia del que tiene flatos”, siendo que estos últimos vienen a ser “acumulaciones molestas de gases en el tubo digestivo que algunas veces constituyen enfermedad”. Podríamos decir, entonces que, contrariamente al uso vulgar de este término, una persona flatulenta es aquella que padece, que sufre, en un esfuerzo desmesurado de retención, ya sea por vergüenza o por respeto al prójimo, es decir, a las personas que tiene cerca.
Para nuestros Suscriptores de Centroamérica, México, Colombia y Venezuela, debemos aclarar también que una segunda acepción del término “flato” en los mencionados países, de acuerdo con la Real Academia, es “tristeza, melancolía” (aunque nada aclara el diccionario si estos sentimientos tienen alguna vinculación con los pedos o –más probablemente– con las flatulencias.)
Pues bien, los argentinos hacemos un uso considerablemente extendido del término pedo (un uso enhanced, para usar el término inglés popularizado por la informática), que desconcierta, como decíamos, a los desprevenidos profesionales de otros países que nos visitan por uno u otro motivo. Pasemos, entonces, a hacer un repaso de los mismos (sugerimos que impriman esta sección y la conserven para traer consigo en su próxima visita).
Algunos de los usos a los que nos referimos tienen, en el ámbito empresarial, un sentido jerárquico unidireccional. Por ejemplo, es muy común que un Director o un Gerente “cague a pedos” a sus subordinados. (Aclaremos que “cagar” también es una expresión catalogada por la Real Academia Española, a la que define sin más como “evacuar el vientre”.) Si visitan, entonces, una empresa en Argentina y oyen comentar que Fulano “cagó a pedos” a Mengano, no deben hacerse la imagen de un Gerente o Director agachándose de espalas a un subordinado para emitir una descarga gasífera u olorosa. Debe traducirse, simplemente, como que le hizo un reto en tono elevado, enérgico, encendido.
Contrariamente, es habitual en las conversaciones “de pasillo” el comentario, generalmente entre empleados de niveles inferiores, respecto de un Gerente o un Director, asegurando que Fulano “está en pedo”. Es que un pedo, en este sentido, es sinónimo de borrachera, y se usa frecuentemente para graficar que alguien dijo algo propio de una persona en ese estado de beodez. Se entiende también por su definición de Diccionario (Beodo = Que tiene la mente trastornada por haber tomado bebidas alcohólicas en exceso).
Otro uso en sentido jerárquico descendente es cuando un Gerente le pide a un subordinado que lleve a cabo una tarea “a los pedos”. De ninguna manera le está ordenando que se la pase emitiendo sonidos anales durante todo el tiempo que le lleve cumplir la orden (cosa que, por otra parte, podría ser difícil de cumplir en algunos casos, como cuando una persona está a dieta). Lo único que le está diciendo es que lo necesita con suma urgencia, lo que refuerza lo que decíamos sobre la imposibilidad del sentido literal, ya que en tal caso los empleados de niveles inferiores se verían sometidos constantemente a esa exigencia.
No todos los usos del término pedo y sus derivados, no obstante, tienen una carga negativa. Por ejemplo, es habitual (aunque con menor frecuencia) que un empleado reciba el reconocimiento y elogio de ser “un pedo líquido”. Como pueden imaginarse, este uso está asociado, en el imaginario colectivo criollo, a la sensación de lo urgente, lo veloz, lo incontenible e inevitablemente rápido. Pues así es: un empleado es calificado de este modo cuando ha logrado realizar una tarea como “un pedo líquido”, en tiempo récord.
Otro uso, que podríamos definir como “jerárquicamente neutro”, ya que no se restringe a prácticas ascendentes ni descendentes (tal vez por eso es menos usual en el ámbito empresarial), es cuando algo sale bien “de pedo” (cosa también poco habitual ya que, conforme las Leyes de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal). Se refiere a la suerte, o sea, cuando algo sale bien porque quien lo hacía fue favorecido por esa vicisitud.
Ahora bien, también es importante hacer notar una situación habitual, sobre todo en las grandes ciudades de nuestro país, y máxime al regreso de la hora del almuerzo. Usted puede llegar a regresar al edificio de la Compañía justo a la misma hora en que lo hacen algunos empleados que regresan de su salida del mediodía. Usted toma el ascensor en la planta baja, usted no está solo en esa situación, las puertas del ascensor se cierran y se inicia el ascenso. Tanto si usted es un ejecutivo experimentado como si no lo es, su olfato y gran perspicacia (pero sobre todo su olfato) le harán notar que alguno de sus circunstanciales compañeros de viaje ha sufrido una flatulencia que no ha podido contener. Eso, mi amigo, ha sido lisa y llanamente un pedo en el más amplio sentido cosmopolita de nuestra criolla República.
Nota para editores de otros sitios web: No sean sinvergüenzas. Hace tiempo venimos notando que están choreando (robando, en lunfardo) las notas de Humor Laboral de nuestro sitio. La que compartimos aquí es producto de un gran esfuerzo de creatividad propio. Al menos citen la fuente, sino los vamos a cagar a pedos!!!