31 de julio de 2007
30 de julio de 2007
Retenerlo a través de una contraoferta
Usted se cuenta entre los pocos afortunados que no han sido víctimas de una reducción de personal. Sin embargo, su empleo actual no es, lo que se dice, demasiado gratificante. Tal vez no sea exactamente lo que más le gusta hacer. A lo mejor son muchas horas. Quizá tenga problemas con su supervisor. Su salario puede no estar a la altura de lo que se está pagando en promedio para ese tipo y nivel de posición, y usted considera que debería ganar mucho más. Cualquiera sea el o los motivos, decidió emprender una búsqueda laboral.
Y empieza a buscar. Trabaja mucho y dedica bastante tiempo a la búsqueda del nuevo empleo. Sus esfuerzos son, por fin, recompensados; ha recibido una oferta. ¡Felicitaciones! Ahora viene lo más difícil. Momentito… ¿dije “ahora viene lo más difícil”? ¿De qué estoy hablando? Lo difícil es encontrar empleo nuevo, ¿verdad?
Si usted está trabajando mientras busca otro empleo, tiene que informarle a su actual empleador que ha recibido una oferta laboral de otro lado. Cuando da su preaviso pueden pasar dos cosas: que su actual jefe acepte su decisión muy a pesar suyo, o que empiece a hacer lo que sea con tal de convencerlo de quedarse.
Es posible que sus actuales empleadores hayan invertido bastante tiempo y dinero en contratarlo y luego capacitarlo. Están acostumbrados a sus hábitos y capacidades laborales, y saben que se lleva bien con sus pares. Usted ha obtenido una cantidad de logros durante su gestión con ellos. Va a ser bastante caro encontrarle reemplazante en esta coyuntura.
Lo más probable es que la empresa intente retenerlo a través de una contraoferta.
Una contraoferta representa el valor monetario que la organización asigna para retenerlo a usted como empleado. Por lo general es un ofrecimiento difícil de rechazar, que incluye un aumento sustancial en su compensación además de otros beneficios que se consideren necesarios para ganárselo de vuelta. ¿Qué hacer?
La respuesta la encontrará en el motivo mismo que lo llevó a buscar otra cosa. Si usted acepta la contraoferta, ganará más dinero; pero los demás aspectos no habrán de modificarse, y su situación seguirá igual. Tiene que preguntarse a usted mismo si el incremento en sus ingresos le permitirá pasar por alto aquello que originó su falta de satisfacción. Es posible que esta insatisfacción se vea provisoriamente saciada, pero lo más probable es que llegue un punto en que a la larga quiera buscar otra posición.
Si bien rechazar una contraoferta puede parecer dificultoso, tal vez sea su mejor opción. Cuanto antes pase a ocupar una posición que lo haga sentir realizado, más creativo y más feliz será.
28 de julio de 2007
26 de julio de 2007
NUEVO
Flatulencias empresariales
Flatulencias empresariales,
o los diversos usos
de la palabra "pedo"
en el ámbito empresarial argentino
Usualmente, y por una cuestión de principios, evitamos en este Newsletter caer en la tentación del humor fácil, de mal gusto, sexista, hiriente o discriminatorio de cualquier índole. Pero una situación de la que tuvimos noticias en estos días nos alertó sobre la importancia de compartir con nuestros Suscriptores (teniendo en cuenta que los hay de todos los países de habla hispana y más allá), una breve pero valiosa disquisición sobre una cuestión semántica que desorienta y confunde a profesionales que, por cuestiones laborales, realizan visitas a empresas en Argentina.
Se trata del profuso empleo que en nuestro país se hace de la palabra “pedo” y sus derivados. Consultando el Diccionario de la Real Academia Española, verificamos que, efectivamente y como todos suponemos, se define como una “ventosidad que se expele del vientre por el ano”. En el mismo sentido, una persona “que expele con frecuencia o sin reparo ventosidades del vientre” es calificada como un “pedorrero” (también una pedorrera en el caso de una dama, aunque admitamos que el grado de desarrollo de nuestra cultura hace menos verificables estos casos).
Continuando con las aclaraciones previas del diccionario, debemos informar que el uso que se hace habitualmente de la palabra “flatulencia”, como sinónimo de la anterior, no es del todo correcto. Efectivamente, flatulencia se define como “afección o molestia del que tiene flatos”, siendo que estos últimos vienen a ser “acumulaciones molestas de gases en el tubo digestivo que algunas veces constituyen enfermedad”. Podríamos decir, entonces que, contrariamente al uso vulgar de este término, una persona flatulenta es aquella que padece, que sufre, en un esfuerzo desmesurado de retención, ya sea por vergüenza o por respeto al prójimo, es decir, a las personas que tiene cerca.
Para nuestros Suscriptores de Centroamérica, México, Colombia y Venezuela, debemos aclarar también que una segunda acepción del término “flato” en los mencionados países, de acuerdo con la Real Academia, es “tristeza, melancolía” (aunque nada aclara el diccionario si estos sentimientos tienen alguna vinculación con los pedos o –más probablemente– con las flatulencias.)
Pues bien, los argentinos hacemos un uso considerablemente extendido del término pedo (un uso enhanced, para usar el término inglés popularizado por la informática), que desconcierta, como decíamos, a los desprevenidos profesionales de otros países que nos visitan por uno u otro motivo. Pasemos, entonces, a hacer un repaso de los mismos (sugerimos que impriman esta sección y la conserven para traer consigo en su próxima visita).
Algunos de los usos a los que nos referimos tienen, en el ámbito empresarial, un sentido jerárquico unidireccional. Por ejemplo, es muy común que un Director o un Gerente “cague a pedos” a sus subordinados. (Aclaremos que “cagar” también es una expresión catalogada por la Real Academia Española, a la que define sin más como “evacuar el vientre”.) Si visitan, entonces, una empresa en Argentina y oyen comentar que Fulano “cagó a pedos” a Mengano, no deben hacerse la imagen de un Gerente o Director agachándose de espalas a un subordinado para emitir una descarga gasífera u olorosa. Debe traducirse, simplemente, como que le hizo un reto en tono elevado, enérgico, encendido.
Contrariamente, es habitual en las conversaciones “de pasillo” el comentario, generalmente entre empleados de niveles inferiores, respecto de un Gerente o un Director, asegurando que Fulano “está en pedo”. Es que un pedo, en este sentido, es sinónimo de borrachera, y se usa frecuentemente para graficar que alguien dijo algo propio de una persona en ese estado de beodez. Se entiende también por su definición de Diccionario (Beodo = Que tiene la mente trastornada por haber tomado bebidas alcohólicas en exceso).
Otro uso en sentido jerárquico descendente es cuando un Gerente le pide a un subordinado que lleve a cabo una tarea “a los pedos”. De ninguna manera le está ordenando que se la pase emitiendo sonidos anales durante todo el tiempo que le lleve cumplir la orden (cosa que, por otra parte, podría ser difícil de cumplir en algunos casos, como cuando una persona está a dieta). Lo único que le está diciendo es que lo necesita con suma urgencia, lo que refuerza lo que decíamos sobre la imposibilidad del sentido literal, ya que en tal caso los empleados de niveles inferiores se verían sometidos constantemente a esa exigencia.
No todos los usos del término pedo y sus derivados, no obstante, tienen una carga negativa. Por ejemplo, es habitual (aunque con menor frecuencia) que un empleado reciba el reconocimiento y elogio de ser “un pedo líquido”. Como pueden imaginarse, este uso está asociado, en el imaginario colectivo criollo, a la sensación de lo urgente, lo veloz, lo incontenible e inevitablemente rápido. Pues así es: un empleado es calificado de este modo cuando ha logrado realizar una tarea como “un pedo líquido”, en tiempo récord.
Otro uso, que podríamos definir como “jerárquicamente neutro”, ya que no se restringe a prácticas ascendentes ni descendentes (tal vez por eso es menos usual en el ámbito empresarial), es cuando algo sale bien “de pedo” (cosa también poco habitual ya que, conforme las Leyes de Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal). Se refiere a la suerte, o sea, cuando algo sale bien porque quien lo hacía fue favorecido por esa vicisitud.
Ahora bien, también es importante hacer notar una situación habitual, sobre todo en las grandes ciudades de nuestro país, y máxime al regreso de la hora del almuerzo. Usted puede llegar a regresar al edificio de la Compañía justo a la misma hora en que lo hacen algunos empleados que regresan de su salida del mediodía. Usted toma el ascensor en la planta baja, usted no está solo en esa situación, las puertas del ascensor se cierran y se inicia el ascenso. Tanto si usted es un ejecutivo experimentado como si no lo es, su olfato y gran perspicacia (pero sobre todo su olfato) le harán notar que alguno de sus circunstanciales compañeros de viaje ha sufrido una flatulencia que no ha podido contener. Eso, mi amigo, ha sido lisa y llanamente un pedo en el más amplio sentido cosmopolita de nuestra criolla República.
Nota para editores de otros sitios web: No sean sinvergüenzas. Hace tiempo venimos notando que están choreando (robando, en lunfardo) las notas de Humor Laboral de nuestro sitio. La que compartimos aquí es producto de un gran esfuerzo de creatividad propio. Al menos citen la fuente, sino los vamos a cagar a pedos!!!
25 de julio de 2007
24 de julio de 2007
El deporte en la empresa
El mundo empresarial es consciente de la importancia del empleado dentro de una compañía. Por ello cada vez es más habitual el desarrollo de servicios y herramientas internas dirigidas al empleado.
Las jornadas laborales, el estrés, los departamentos,… hacen que se tienda al individualismo dentro de una Empresa.
Fomentar las relaciones sociales es una técnica cada vez más buscada por los Departamentos de RRHH de las empresas. No sólo porque conocer lo que cada uno aporta a la compañía es básico para entender la finalidad de la empresa, si no porque además, fortalece el vínculo establecido entre el empleado y la empresa.
Trabajar dentro de una empresa dónde el empleado se sienta mimado y cuidado, transmite orgullo al empleado de pertenecer a la empresa. Y esto se transmite al exterior.
¿Qué mejor herramienta que el DEPORTE para aplicar todo lo anterior? El deporte aporta aquello que el Departamento de RRHH busca para el empleado: fomenta la comunicación, optimiza el rendimiento personal, la concentración y el liderazgo.
Implantar unas Olimpiadas Internas, para que los empleados tengan la posibilidad de disfrutar de varias modalidades deportivas a lo largo del año, transmite una imagen, tanto al empleado como al exterior, de ser una compañía actual y moderna, que sabe cuidar el interior y por ello también el servicio y/o producto a ofertar.
Por ello, es cada más asiduo contratar agencias especializadas en la Gestión Deportiva de las empresas. Podríamos afirmar que se esta empezando a crear un Departamento Deportivo que nace del Departamento de Recursos Humanos y/o Marketing de las Empresas.
¿Qué hace el deporte dentro de una compañía? Todo. Fomenta la motivación por la compañía, el liderazgo, la comunicación, el rendimiento personal, la concentración, la relajación… ¿Y cómo? A través de las agencias especializadas en este tipo de servicios, como HAT TRICK EVENTOS. Estas agencias a partir de unas premisas básicas (nacional, anual, dirigido a determinados departamentos, subvencionar parte del inscripción, abonar todo el presupuesto económico del evento,…) marcadas por el Departamento de RRHH y/o Marketing elabora un Evento Deportivo a medida de cada Empresa. Con un horario flexible y respetando las agendas laborales, y en un espacio temporal definido. Se establece un cuadro deportivo para todos lo deportes. Así, los empleados que saben desde el inicio hasta la clausura contra quién o quienes tiene que competir.
El deporte y la empresa están cada vez más unidos, aportando unos valores añadidos esenciales que hacen que las empresas lo demanden con asiduidad.
Por que el deporte es salud, y la salud es energía.
23 de julio de 2007
20 de julio de 2007
19 de julio de 2007
El Síndrome de Cronos: El temor a ser desplazados
El ser humano es complejo e impredecible y a lo largo de la historia ha ofrecido innumerables muestras de lo que es capaz de hacer por satisfacer su necesidad de poder. Este tema ya fue analizado y estudiado por McClelland quien señaló que el individuo presenta una necesidad de poder, asegurando que aquellas personas que ocupan la mayor parte de su tiempo pensando sobre la influencia que tienen sobre otros y cómo pueden utilizarla para cambiar el comportamiento de sus subordinados son las que más lo demuestran, agregando que se satisfacen manipulando y controlando a sus subalternos.
En las organizaciones el poder se obtiene en la medida que se asciende de cargo, y una vez alcanzado es difícil aceptar que puede perderse, por lo que en algunos casos suele presentarse el deseo de aferrarse a él de una manera enfermiza, la cual conlleva al individuo a realizar cualquier cosa para evitar ser desplazados. Tal podría ser la razón que motiva a los gerentes a evitar que sus subordinados se desarrollen y terminen ocupando su lugar, quedando opacado por el brillo de las nuevas ideas o a causa de un mejor perfil académico; y a la vez podría ser la causa que justifica la presencia de personal casi inamovible de sus cargos.
Esa necesidad de mantenerse seguro y no ser alcanzado por alguien que atente contra él, evitando a cualquier costo la posibilidad de ser desplazado, puede compararse con un relato presente en la mitología griega.
Se cuenta que Cronos tenía tanta sed de poder que atentó contra su padre Urano con la intensión de ocupar su lugar, ya que éste era el amo y señor del universo. Urano mal herido, le maldijo a experimentar la misma suerte en manos de sus hijos, por lo que Cronos decidió devorarlos al nacer, no obstante, y gracias a la astucia de la diosa Era, uno de sus hijos, Zeus, logró salvarse de tan cruel destino dando cumplimiento años más tarde a la maldición.
Si bien es cierto que en la gerencia contemporánea resultaría absurdo imaginar a un supervisor devorándose a un subordinado, literalmente hablando, no es menos cierto que algunas practicas podrían ser fácilmente consideradas muy cercanas a tal situación, en estos casos se haría referencia a las constantes explicaciones y excusas que se ofrecen a los empleados para justificar la ausencia de incrementos salariales, ascensos, traslados o cualquier otro tipo de mejora que lo acerque o iguale a su superior.
Aunque no en todos los casos está presente el temor a ser desplazado por el subordinado, en aquellos donde la actuación del gerente se inclina a impedir el crecimiento de sus trabajadores podría decirse que se está en presencia del ahora llamado Síndrome de Cronos.
El Síndrome de Cronos no es más que la acción deliberada del supervisor de estancar a su personal por temor a ser desplazado o sustituido, evitando el crecimiento de los subordinados en el área en donde él ejerce su poder o lo posee.
Esta "enfermedad gerencial" tiene unos síntomas particulares que pueden ser listados de la manera siguiente:
1. Se presenta en cualquier empresa u organización, sin importar su tamaño o función.
2. Es practicada por personas que poseen un cargo de relativa importancia.
3. No importa la edad, sexo o condición del gerente, aunque usualmente ocurre en personas con poca preparación académica y mayor antigüedad.
4. Generalmente las personas que lo presentan poseen un alto nivel de inseguridad, carencia de conocimientos o habilidades.
El Síndrome de Cronos se presenta con mayor facilidad en aquellas organizaciones donde las posibilidades de desarrollo en posiciones y/o niveles de conocimiento son muy escasas, por lo que el individuo tiende a celar su territorio para evitar mostrar sus debilidades, carencias, temores o perder su poder delante de quienes se lo han otorgado, no siempre demostrando un comportamiento ejemplar o ético, orientando su administración a evitar el perfilamiento de algunos individuos que puedan atentar en contra de la estabilidad de su cargo.
Parece lógico pensar que no ha de ser una gestión altamente productiva aquella donde esté presente el Síndrome de Cronos, como característica principal ha de generar desinterés en la ejecución de las labores de los subordinados, afectando su nivel de productividad, como lo expresan Albrigth y Carr cuando explican que los trabajadores necesitan crecer y sentencian que cuando se impide el crecimiento de sus empleados, su desempeño no es el mismo.
Un subordinado que observe la conducta deliberada de su supervisor por mantenerlo siempre en la misma condición puede reaccionar de dos formas posibles: expresando su descontento a expensas de perder su empleo, o limitándose a comunicar lo estrictamente necesario, en espera de alguna oportunidad en donde pueda desligarse del supervisor.
Si bien es cierto que el estancamiento produce una baja en la productividad, no es menos cierto que habrá de generar sentimientos de impotencia y resentimiento, los cuales tienden a servir de barreras comunicacionales,
A veces los individuos idealizan las organizaciones en donde desean laborar, pero una vez dentro descubren, en la realidad de la gestión administrativa, la presencia de conductas gerenciales absolutistas y perpetuas que merman los deseos de superación, obligándolo a perder el interés por el sitio en que labora y por ende la identificación con la empresa.
La perdida de interés se traduce también en la baja de la productividad, de la calidad del trabajo y la responsabilidad con el mismo.
Ante la presencia del Síndrome de Cronos, el subordinado comienza a manifestar una conducta más orientada al desinterés y al desdén al percatarse de la imposibilidad de crecimiento o el nivel de estancamiento que esta conducta gerencial propicia. Es posible también que presente síntomas de hostilidad, o indiferencia.
Mas, ¿Se puede motivar a un empleado con necesidad de crecimiento y desarrollo en presencia de este síndrome?. Al sentirse estancado, poco puede hacerse para estimular al individuo, sólo un acontecimiento extraordinario devolvería el interés a él, por lo que un personal que labore en estas condiciones difícilmente se encuentre motivado.
El Síndrome de Cronos es una conducta que atenta contra los cinco premisas básicos de la gerencia del capital humano, orientadas a ofrecer bienestar y desarrollo de toda organización, estas son: productividad, comunicación, identificación, conducta y motivación. Estas premisas pueden ser comparadas con cada una de las extremidades del cuerpo humano, si alguna enfermedad las afecta, difícilmente éste podrá moverse con rapidez y acierto. Esta conducta, que limita el crecimiento del individuo, ya sea de manera tradicional o en niveles de conocimiento; es sencillamente una afección gerencial, la cual se debe identificar, combatir y erradicar en cualquiera de las áreas de la administración donde pueda encontrarse.
18 de julio de 2007
Revelan las 10 contraseñas más comunes de Internet
17 de julio de 2007
La comunicación
|
No espero nada , todo se presenta sin preguntar.
Dichos artículos serán extraídos de la web o por aportes de los lectores.
Es un blog abierto
GR