En general, los inversores no revelan si tienen acciones, donde y cuantas. Muchas veces las compañías utilizan la entrada de un nuevo inversor para sacar una nota de prensa y conseguir presencia en los medios. Es una buena ocasión para saber quien invierte, dónde y cuanto pero hay una regla no-escrita: nunca mencionar la valoración pre-money ni las participaciones resultantes. Este mundillo valora el secreto y las sombras.
Google es un buen caso de estudio porque gracias a su salida a bolsa en Mayo de 2004 se vió obligada a revelar a la SEC (la agencia estadounidense encargada de proteger a los inversores) información parcial sobre accionistas y porcentajes. Además, su éxito incontestable presagiaba retornos fabulosos y muchos inversores no pudieron resistir la tentación de presumir de sus participaciones en la estrella de la web. Por una vez, se levantaba el velo…
Fundadores - 31,3 %
- Larry Page - 15,7 %
- Sergey Brin - 15,6 %
Empleados clave - 7,9 %
- Eric Schmidt, Google CEO - 6 %
- Omid Kordestani, Google Sr VP Ventas - 1.9 %
Consejo Asesor - 0,68 %
Sin incluir a inversores o sus representantes (ver más abajo)
- Wayne Rosing: 0,60 %
- John Hennessy, Presidente de la Universidad de Stanford: 0,03 %
- Arthur Levinson, Presidente y CEO de Genentech: 0,03 %
- Paul Otellini, Presidente y COO de Intel: 0,03 %
Inversores - 25 %
Empresas de capital riesgo de Sillicon Valley, cada una invirtió 25 millones a lo largo de 5 años:
- Kleiner Perkins Caufield & Byers, representados por John Doerr: 9,7 %
- Sequoia Capital, representados por Michael Moritz: 9,7 %
Business Angels principales, invirtieron 1 millón $ entre todos:
- Ram Shriram, antiguo ejecutivo de Netscape y Amazon: 2,2 %
- Andy Bechtolsheim, fundador de Sun Microsystems: 1,10 % (estimado)
- David R. Cheriton, profesor de ciencias de la computación en Stanford: 1,10 % (estimado)
- Inversores desconocidos: 1,10 % (estimado)
Desconocido - 35 %
Y aquí termina la investigación y los hechos y comienzan las especulaciones. Todo lo mencionado hasta ahora suma 65%, ¿dónde está el restante 35%?. Estos son algunos inversores en Google cuyos porcentajes no se conocen:
- Angel Investors Venture Fund: un fondo de inversión (fallido a pesar del éxito de Google) que incluía aportaciones de famosos como Tiger Woods, Shaquille O’Neal, Henry Kissinger, Arnold Schwarzenegger, Frank P. Quattrone, Marc Andreessen (fundador de Netscape), Pierre M. Omidyar (fundador de eBay), Shawn Fanning (fundador de Napster) y Bill Joy (fundador de Sun Microsystems).
- Universidad de Stanford: La universidad donde estudiaron los fundadores de Google es la propietaria de la tecnología pagerank. A cambio de la licencia de uso, Google les entregó una cantidad no revelada de acciones (”a bit of stock“) y les paga royalties anualmente.
- Yahoo!: En el 2000-2001 Yahoo! utilizó la tecnología de Google como motor de sus búsquedas. En esa etapa Yahoo! invirtió 10 millones $ en Google a cambio de una participación desconocida. La salida a bolsa de Google debió dejarles un sabor agridulce .
- AOL: En 2002 America Online (AOL), ahora Time Warner, cerró un acuerdo con Google que le permitía comprar 2 millones de acciones del buscador (un 1% del total) por 22 millones $. Casi con toda seguridad ejercitaron la opción.
Jugando a los adivinanzas, ese 35 % en manos desconocidas podría haber acabado así: Angel Venture Fund 10%, Universidad de Stanford 5%, Yahoo 4%, AOL 1%, Plan de acciones 4%, Otros miembros del Consejo y el Consejo asesor 1%, resto de empleados clave 2% e inversores desconocidos 8%. Resultado (quede claro que es una suposición):
- Fundadores: 31´3 %
- Empleados clave: 10 %
- Plan de acciones: 4 %
- Consejo Asesor: 1,7 %
- Inversores: 53 %
Conclusiones: el peligro de las expectativas irreales
Con esto termina la serie de posts “Cómo repartir las acciones de una startup en internet“. No hay (ni nunca habrá) una respuesta única, el porcentaje exacto dependerá de la empresa, el valor percibido del colaborador/inversor, el momento en que se encuentre la empresa y tu capacidad de negociación. Sin embargo, se detecta un cierta correlación en las respuestas de Charlie Tillett, Guy Kawasaki, Brad Feld y el caso de Google. Utilizar criterios objetivos externos proporciona un patrón muy útil a la hora de establecer expectativas realistas por parte de todos y aumentar las posibilidades de acuerdo.
Un ejemplo de expectativa irreal es el emprendedor que desea montar una empresa de estas características y retener el control de la misma. Es prácticamente imposible. Hasta los fundadores de Google tuvieron que reducir su participación inicial del 100% inicial al 31,3% de la salida a bolsa. Por supuesto, siempre hay contadas excepciones. El caso paradigmático aquí es el de eBay que buscó inversores no por su dinero (ingresaban 400.000 $/mes) sino para conseguir “el sello de confianza” que en teoría proporciona tener un inversor institucional y así poder contratar a un buen CEO. Cuando salieron a bolsa, este era el reparto (The Perfect Store, hardcover, pag. 150):
- Fundadores - 70% (Pierre Omydiar 42% & Jeff Skoll 28%)
- Empleados clave - 6,6 % (Meg Whitman, CEO)
- Inversores - 21,5% (Benchmark Capital)
Otro ejemplo de expectativa irreal es el business angel que desea apoyar a “el próximo eBay” pero que quiere quedarse con el 50% de la compañía a cambio de sus 250.000 € o el asesor que desea el 15% de la compañía a cambio de sus servicios esporádicos. Ambos piden demasiado y será difícil llegar a un acuerdo.
En el caso de Google, aparte del desfile de fortunas y famosos, llama la atención que sus primeros inversores fuesen emprendedores de éxito antes. La historia se repite una y otra vez: no solo los fundadores reinvierten su fortuna en nuevos proyectos sino que esta cultura también se extiende a sus empleados. No los idealizo pero está claro que han dado con la receta de la tarta y el peso exacto de los ingredientes: tanto de porcentajes como de esfuerzo. Cuentos de hada aparte, crear un gigante como Google requirió talento, la colaboración de muchos pesos pesados con contactos, cerca de 65 millones de dólares de inversión y compartir los beneficios en su justa medida. Todos entienden la mecánica de la tarta, contribuyen al “círculo virtuoso de Silicon Valley”… y tienen expectativas realistas.