Emprendedores de treinta y pico: el camino del éxito |
Dejaron de trabajar en relación de dependencia y lanzaron sus propios negocios. Ahora aseguran que aprovechan mejor su tiempo y que ganaron calidad de vida |
Cada uno de ellos buscó innovar dentro de un rubro comercial diferente. Todos eligieron nichos poco explotados, para lo que destinaron ahorros, talento y mucha energía, a fin de lograr que sus proyectos dejaran de adornar su escritorio y se convirtieran en actividades rentables.
Es el caso de Nahuel Román, licenciado en marketing, que trabajó un año en la sede local de Gillette, hasta que decidió probar suerte en España un año antes de que el país se sumergiera en la peor de las crisis económicas de los últimos tiempos.
“Trabajé en la zona de Cuyo como gerente de cuentas antes de radicarme en Madrid. Había viajado para hacer un posgrado, pero enseguida pensé en renunciar y quedarme para hacer algo por mi cuenta. En ese momento tenía 27 años y muchas ganas de crear mi negocio, entre otras cosas, para que me diera libertad económica”, cuenta el joven empresario, quien hoy tiene una cadena de heladerías gourmet en Europa que factura 8 millones de dólares al año y que bautizó con el nombre de Giangrossi.
Desde 2004 hasta la fecha, Román, quien además trabajó en MasterCard Argentina durante cinco años como ejecutivo de cuentas senior, ya abrió trece locales en España, Francia, Alemania, Inglaterra e Italia, gracias al impulso de una inversión inicial cercana a los 15 millones de dólares, que reunió junto a socios españoles.
“Planeo más aperturas en París, Munich, Londres y Milán, aunque antes de que termine 2006 habrá inauguraciones de Giangrossi en México DF, Cancún, Casablanca, Marruecos y en las ciudades norteamericanas de Nueva York, Los Angeles y Miami”, anuncia el director comercial y creador de la marca de cremas heladas más conocida de España, quien ya no concibe su vida profesional sin sus heladerías en Madrid, Ibiza, Barcelona, Marbella y Vigo.
Román, de 33 años, está radicado en Europa desde el 2000 y aun así mantiene vivos algunos negocios en la Argentina como la agencia de publicidad Apóstrophe, en Buenos Aires, y que dirige junto a un socio local desde la península ibérica. “La satisfacción cuando se logra el éxito empresarial al desarrollar tu proyecto, con visión y liderazgo propios, es algo muy difícil de explicar”, expresa Román, más que satisfecho con sus logros.
Vocación y eficiencia
De la misma manera que Román desarrolló su proyecto mientras hacía un máster en marketing en la Universidad Complutense de Madrid, Sergio Ledesma, quien entonces trabajaba en Metrogas, se inspiró en sus estudios de posgrado en coaching corporativo, que cursó en Estados Unidos en 2001, para fundar la consultora Generativa un año después.
“Trabajé casi 20 años en relación de dependencia, de los cuales 17 ocupé cargos jerárquicos en áreas comerciales y de marketing del Citibank y del Banco Galicia, respectivamente. Después fui gerente de Marketing de Metrogas durante dos años y medio, hasta que en 2001, y gracias a la crisis económica, me despidieron de la compañía, algo que en ese momento me deprimió, pero que hoy agradezco porque de lo contrario no tendría mi empresa”, dice Ledesma, director de Generativa, una consultora porteña que brinda asesoría de coaching a compañías argentinas, uruguayas, chilenas e incluso europeas y que centraliza sus operaciones en Buenos Aires.
Para Ledesma, los dos primeros años fueron difíciles, porque la situación macroeconómica del país no colaboraba y las empresas argentinas no contaban con presupuesto para destinarlo a prácticas de coaching y entrenamiento del management.
Un año después, con la reactivación económica, Generativa comenzó a tener cada vez más clientes en la Argentina y en el mundo.
“Actualmente me siento feliz de tener mi empresa, en la que puedo desarrollar mi verdadera vocación contribuyendo a que firmas e individuos trabajen de manera más eficiente, obtengan logros profesionales y armonía personal, por un lado; y estar con mi familia, por otro”, dice el consultor, quien reconoce que durante sus días de ejecutivo corporativo descuidó a sus afectos y que hoy celebra la existencia de su emprendimiento en medio de un “hogar consolidado”, constituido por su mujer y sus tres hijos.
Conforme con sus logros, el creador de Generativa cuenta que desde que fundó la consultora junto a dos socios, pasa gran parte de su tiempo en su casa, desde donde trabaja. “Ahora mi techo profesional es el de mi hogar, porque no estoy dispuesto a renunciar a mi vida personal por más oportunidades laborales que se me presenten en el futuro”, concluye Ledesma, integrante de las últimas estadísticas elaboradas por el Instituto de Altos Estudios Empresariales de la Universidad Austral (IAE), que indican que uno de cada once argentinos entre 18 y 64 años está vinculado a emprendimientos personales.
Beneficio que valora y comparte Juan Villegas, ex gerente de planeamiento de Citibank y actual director de DVDinamic.com, un innovador sistema de alquiler de películas por Internet, importado de los Estados Unidos aunque adaptado a medida de las costumbres locales.
Luego de trabajar casi ocho años en la entidad bancaria, el actual gerente general de la empresa lanzada en 2004 con una inversión inicial de 750.000 pesos, y que espera facturar dos millones de pesos este año, cuenta que en plena crisis sintió que no tenía más posibilidades de crecimiento en el banco y, en busca de nuevos horizontes, aceptó un plan de retiro voluntario.
Así, en 2002, Villegas, que entonces sólo tenía 31 años, dejó su trabajo convencido de que tenía que abocar sus conocimientos, experiencia y toda su energía a un proyecto independiente.
“Un amigo, también emprendedor, me prestó una oficina y me dijo: «Navegá en Internet y usá el teléfono. Pensá que querés hacer», me desafió. Es que después de la experiencia del banco -un trabajo poco creativo- quería dedicarme a algo que me gustara”, recuerda Villegas, quien reconoce que el cambio fue muy positivo, a pesar de que el riesgo de llevar adelante un emprendimiento propio es mayor comparado con la labor que hace un ejecutivo que trabaja en relación de dependencia.
Para el joven entrepreneur, que a los 33 años ya está casado y tiene tres hijos, al crear DVDinamic.com no sólo se enfocó en una actividad que le gustaba y divertía mucho, la rentabilidad del negocio tenía que dejarle un margen que le permitiera vivir bien, mantener a su familia y que le diera libertad económica, entre otros beneficios.
Pero, tras haber logrado que su compañía creciera de manera exponencial en menos de dos años, Villegas admite que hoy su objetivo económico no está supeditado al estilo de vida que eligió. “Prefiero resignar ganancias a tener una mejor calidad de vida y dedicar más tiempo a hacer lo que me gusta”, dice el director de la Pyme que emplea a 14 empleados, cuenta con 4.000 títulos y cerrará el año con 10.000 abonados que alquilan sus películas vía internet.
“Pese a cargar con mayores responsabilidades y trabajar diez veces más que antes, ahora aprovecho mejor el tiempo. Hago las cosas que me gustan sin descuidar el trabajo. Voy a jugar al tenis con amigos, veo a mis hijos cuando quiero, no tengo horarios. Además, en verano puedo venir a trabajar en bermudas y ojotas si hace mucho calor”, bromea el empresario, quien asegura que la flexibilidad horaria y la libertad laboral contribuyen a un mejor desempeño profesional y, en gran medida, son la causa de su felicidad.
Según Alfredo Fagalde, gerente general de Manpower Argentina, estos casos son parte de una tendencia que se está dando a nivel mundial, sobre todo en los Estados Unidos, y que en la Argentina es motorizada por jóvenes empresarios que están comenzando sus carreras y ex ejecutivos corporativos que buscan nuevos desafíos cuando emprenden sus retiros tras varios años de dedicación a la compañía.
“Hay personas que disfrutan de los desafíos y necesitan trabajar con libertad y sin ningún tipo de tope en cuanto al crecimiento profesional. Esto se dio mucho en las empresas relacionadas a Internet en Silicon Valley, en los Estados Unidos, por ejemplo”, indica el consultor.
Los datos del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), índice que mide a nivel global la actividad del sector, indican que en la Argentina hay tres millones de emprendedores y que el 70% desarrolla sus negocios sobre la base de las oportunidades de mercado.
“Los proyectos basan su éxito en nichos comerciales poco explotados. Y aunque son contemporáneos, es diferente a la mayoría de los emprendimientos que nacieron en la crisis, cuando se registraron 50% de negocios independientes basados en la necesidad de sus creadores”, opina Silvia de Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE y responsable del GEM.
El emprendimiento de Martín Pardo, ex directivo de la petrolera Esso y creador de Cecilia del Monte, una lencería premium que exporta ropa interior a los Estados Unidos, avala esa teoría. “En plena crisis conocí a dos talentosas diseñadoras y vi un nicho sin explotar. Empezamos fabricando ropa para tiendas de Nueva York, y tras tener éxito con la venta de la primera colección, de sólo 60 conjuntos, abrimos el primer local en Buenos Aires en 2003”, cuenta el director comercial de Cecilia del Monte, economista de 39 años que trabajó por casi 24 meses en el departamento de análisis de proyectos de la subsidiaria local de la norteamericana Exxon-Mobil.
Pardo conocía el mercado norteamericano y, luego de viajar varias veces, notó la escasez de prendas íntimas femeninas de buen diseño y alta calidad. Según su visión, las grandes marcas que lideran ese nicho en los Estados Unidos, como Victoria Secret`s y Vanity Fair, venden prendas sin diseño, falencia que él mismo supo capitalizar seduciendo a cientos de consumidoras con sus conjuntos de 150 dólares promedio.
Para el dueño de la empresa que centraliza su producción en un pequeño taller de corte y diseño en la localidad bonaerense de Acassuso, el objetivo del negocio apunta más a conquistar plazas comerciales exclusivas y no tanto a captar un mayor volumen de ventas. “Por eso, en 2007, quiero abrir más locales”, destaca el empresario, que planea expandir su marca de lencería a en el país y exportarla a otros mercados del mundo.
A diferencia de lo que hacía en la empresa petrolera, ahora Pardo está dedicado full time a su negocio, aunque reconoce que aprovecha el día de otra forma.
“Hay mucho para canalizar en un proyecto propio: la energía, la creatividad, la posibilidad de dar trabajo a terceros, la responsabilidad social como empresario. Todo eso me genera la adrenalina diaria que necesito para levantarme. Desde que comenzamos con las exportaciones, lo que a mi entender le da el éxito a corto plazo a cualquier negocio, tengo flexibilidad horaria, más tiempo para la familia e incluso espacio en la agenda para hacer actividad física o jugar al fútbol con amigos”, dice satisfecho.
Libres, independientes y dueños de su tiempo, así son estos jóvenes emprendedores devenidos exitosos empresarios que ya no tienen techo si de crecimiento profesional se habla.
Y a varios años de haber tomado decisiones arriesgadas, hoy se sienten orgullosos y afortunados por sus logros laborales, lo que los convierte en el selecto grupo de profesionales que ven realizadas aquellas ideas que en algún momento fueron un simple boceto.