PARA PENSAR
"... Debo subrayar que se trata de un camino hacia el éxito financiero y económico. Que, por ejmplo, está bien tratar a los trabajadores como si fueran seres humanos superiores de la teoría “Y”, y no sólo porque lo diga la Declaración de Independencia, o porque lo diga la «regla de oro» o la Biblia, o lo dicten los preceptos religiosos o todo eso, sino también porque éste es el camino hacia el éxito de cualquier clase, incluyendo el éxitio financiero..." (Abraham Maslow)
El doctor Maslow nunca empredió el trabajo científico y mensaurable que había planificado con el fin de demostrar que la gestión ilustrada conducía al éxito financiero y económico. Con todo, hoy se están empezando a desarrollar procesos para medir los éxitos financieros atribuidos a las prácticas de la gestión ilustrada.
La universidad de Columbia ha estado siguiendo desde 1986 la relación entre los indicadores económicos y las prácticas relacionadas con los recursos humanos. Entre los patrocinadores de esta investigación se encuentran la Alfred P. Sloan Foundation, la Universidad Carnagie Mellon y el Banco Mundial. En dos estudios de esta investigación se han hallado pruebas muy convincentes. El primero, realizado por David Lewin, se basó en 495 organizaciones y llegó a las siguientes conclusiones:
- Las empresas que reparten benficios entre sus empleados presentan un rendimiento financiero significativamente mejor que las que no lo hacen.
- Las empresas que, en general, dan información a sus empleados y les ofrecen programas de participación (los investigadores definen la participación como unas áreas de contribución intelectual) presentan un rendimiento significativamente mejor que las empresas que siguen un modelo autocrático.
- La flexibilidad laboral (horario flexible, rotaciones, extensiones del trabajo) contribuye al éxito financiero de una manera significativa.
- La formación y el desarrollo tienen un efecto positivo en el rendimiento financiero.
- Dos terceras partes del impacto final se debieron al efecto combinado de la participación en los benficios, la contribución intelectual, la flexibilidad laboral y la formación y el desarrollo.
Por si estos resultados fueran vistos con esceptisismo, Lewin y su equipo dieron un paso más y aplicaron técnicas estadísticas con el objetivo de identificar las relaciones causales entre las prácticas relacionadas con los recursos humanos y el rendimiento global. Así pues, las conclusiones anteriores demuestran que estas prácticas no sólo influyen en el rendimiento global sino que, en el fondo, contribuyen a él.
En su estudio en la relación entre el rendimiento y el salario, el congreso de 1990 de la Brookings Institution dedicado a la remuneración y la productividad también apoyó las palabras de Maslow. Una vez reunidos los resultados finales, el presidente del congreso, Alan S. Blinder, concluyó a partir de ellos que “cambiar la forma de tratar a los empleados puede aumentar más la productividad que cambiar la forma de retribución. Al parecer, la participación de los empleados contribuye a que planes alternativos de compensación como la participación en beneficios o el pago en acciones funcionen mejor y también tienen efectos positivos por sí sola. Esta cuestión, que era totalmente inesperada cuando organicé este congreso, se refleja claramente en todas las ponencias”.
Es indudable que durante la próxima década asumiremos las distintas correlaciones entre el trato a los empleados y su efecto en el rendimiento y en los beneficios. Puede que para algunos no sea oportuno hacerlo a menos que sea lo más rentable. Aun así, puede que acabe de plantearse el debate más importante: determinar la verdadera meta de la empresa y del trabajo en el seno de una sociedad ilustrada. Nuestra aportación a este debate es una cita que invita a la reflexión:
“El fin de una empresa no es la simple obtención de benficios: este fin se debe hallar en su misma existencia como una comunidad de personas que se esfuerzan por satisfacer de diversas formas sus necesidades básicas y que forman un grupo concreto al servicio del conjunto de la sociedad. Los beneficios son un regulador de la vida como negocio pero no es el único; hay otros factores humanos y morales que se deben considerar y que, a largo plazo, tienen por lo menos la misma importancia para la vida de una empresa.”
(Juan Pablo II, Centesimus Annus)