Por Sonia Soto
Cuando el Japan Railways - uno de los ferrocarriles más grandes del mundo - construía su línea en las montañas del norte de Tokio, los ingenieros encontraron agua en el túnel que atravesaba el Monte Tanigawa, que al empezar a crearles problemas, intentaron desalojarla. Pero los trabajadores la estaban bebiendo. Un obrero pensó que tenía tan buen sabor que propuso embotellarla y venderla. En 1994, la bebida Oshimizu vendió 47 millones de dólares. Japan Railwalys nunca pensó que encontraría un negocio tan rentable... con la idea de un trabajador.
Muchos productos y mejoras surgen como accidentes o descubrimientos. Otros responden a un plan, como en GM España en los noventa, cuando I. López de Arriortúa frente a la imposibilidad de rebajar costes, alquiló, desarmó y exhibió ante los operarios, vehículos de la competencia, logrando cientos de sugerencias e importantes ahorros en costes.
Ésta es la naturaleza y poder de la creatividad corporativa, aprovechada por empresas como 3M, Disney, GE, Hewlett-Packard, Lucent o American Airlines, que entrenan la mente con dinámicas para resolver problemas pero que también trabajan con las ideas potencialmente útiles de todos, las que no se puede anticipar cuándo ocurrirán o quién las tendrá, pues suelen ser accidentales o "casuales". Casualidad aparente pues responden a la clave en desarrollo creativo: la planificación del entorno.
¿Cuántas veces los trabajadores descubren nuevos usos a sus productos, ahorro en despacho de mercadería, nuevos negocios... y callan porque sus jefes no pudieron atenderles? ¿Cuántos desechan iniciativas por no saber a quién decirlas o dejan de pensar creativamente cuando nadie valora su propuesta?
Cuando las mejoras surgen de accidentes, pensamos que funciona el genio creativo, pero el obrero que descubrió un negocio de bebidas mientras construía un ferrocarril, no tenía perfil de jefe de producto. Las empresas con niveles creativos sorprendentes aprovechan el potencial oculto de sus trabajadores, creando el entorno para la expresión e iniciativa de la gente, que "verá" de otra manera, abrirá su percepción y cambiará su actitud, elevando los niveles de mejora. Y éste es el resultado tangible de la mayoría de los actos creativos.
¿Cómo elevar la creatividad corporativa?
Todos somos creativos. No se centre en identificar a los "creativos". Promueva la creatividad y facilite el acceso al sistema a todos. Muchos innovadores - como el obrero de JR - no encajan en el típico perfil del creativo.
El Coronel Sanders fundó K. Fried Chicken a los 65. No restrinja su búsqueda a los jóvenes. El logro creativo, especialmente en humanidades llega con la edad pues con ella llega la experiencia. Muchas mejoras surgen después de acumular cierto conocimiento de la empresa.
Rote a la gente. La diversidad favorece la visión global. Facilite interacciones entre distintas áreas para que cada uno conozca cómo funciona la empresa. Promueva que se valore la petición de información de empleados aún de otras áreas.
Póngale entusiasmo. Haga públicas las buenas ideas. En 1991 American Airlines lanzó un programa de sugerencias para ahorrar costes. Recibió 49.000 sugerencias, ahorró 58 millones de dólares, comprando un boeing, que se convirtió en símbolo de participación de los empleados. La inauguración fue una celebración de tres días, reproducido a sus empleados de todo el mundo.
Cuide su cerebro. ¿Ha desayunado? Empezar el día con casi nada de alimento afecta el rendimiento en mucha gente. La creatividad fluirá en cerebros cuidados: stress controlado, relajación y alimentación energética.
Forme a sus líderes. Nada funcionará si los directivos no creen en la creatividad. Con líderes implicados y entrenados, facilitará la transmisión y aprendizaje de los nuevos conceptos.
Potencie sus relaciones con clientes. Muchos programas como CRM priorizan la tecnología, desplazando el factor humano, sin tener en cuenta que muchas ideas para mejorar el servicio dependen de la iniciativa de la gente.
La creatividad es un valor para la dirección: con menos robotización y más involucración; puede ser una fuente de mejoras para simplificar procesos, renovar la atención al cliente e imprimir nueva energía a la productividad.
Sonia Soto