25 de marzo de 2012

La llave a la creatividad de China

La llave a la creatividad de China


Por Andrew White*

Las prolongadas dificultades económicas en los que son esencialmente los principales mercados de exportación de los manufactureros chinos están dando lugar a retos a largo plazo para el modelo económico del país, lo cual incrementa el énfasis en el desarrollo de sus industrias culturales.

El economista shanghainés y pionero de las industrias culturales de China, Li Wuwei, estima en su libro ‘Cómo la creatividad está cambiando China’ (escrito en 2009 y traducido el año pasado al inglés) lo poco que las factorías chinas reciben por fabricar productos de alta calidad para las marcas occidentales, menos de 10 por ciento del precio de venta minorista de los bienes en los mercados occidentales.

Y con el aumento de la inflación en China que lleva a mayores demandas salariales por parte de los trabajadores, el margen de beneficios para los manufactureros chinos están volviéndose incluso más magros. Frente a la competencia de países menos desarrollados, China no puede seguir basándose en sus manufacturas a bajo costo.

En contraste, Li indica que las industrias culturales de China crecieron significativamente durante el periodo 2006-2009, con una media de beneficios empresariales por encima de 30 por ciento en 2009, según datos de la Asociación de Diseño Industrial de China.

Además, en el proceso de deslocalización de la mayoría de su producción manufacturera hacia países como China, Occidente ha trasladado muchas de las consecuencias negativas de estas industrias, siendo la contaminación la más destacable. Las industrias creativas producen directamente valor sin necesidad de consumir grandes cantidades de recursos materiales y esto se ha dejado sentir en las políticas de China al más alto nivel.

Otra razón para que China desee hacer crecer sus industrias culturales es de naturaleza más sociopolítica, y está ligada a los cambios estructurales a largo plazo en el seno de la sociedad china. En los últimos cinco años, ha habido un rápido incremento del número de estudiantes con interés académico en las industrias culturales, y estos estudiantes quieren puestos de trabajo que reflejen sus aspiraciones creativas.

¿Cómo puede el gobierno chino seguir desarrollando estas industrias? Aunque la comercialización de las industrias culturales trae consigo el crecimiento de las industrias vinculadas, como se vio con la inclusión por parte del gobierno municipal de Shanghái de los servicios de consultoría y exposiciones en su lista oficial de industrias creativas, ni la comercialización ni la ampliación producirán necesariamente la creatividad que China necesita.

De igual manera, el desarrollo de polos en ciudades ha presentado resultados variados, con muchas unidades vacías más allá de los más comercialmente exitosos espacios como Tianzifang en Shanghái y 798 en Pekín. Incluso en estos casos de éxito da la sensación de que los principales beneficiados han sido los puntos de venta, más que los propios creadores.

El objetivo del gobierno chino debería ser desarrollar individuos creativos más que la formación de polos, como muestra la experiencia en otros países donde los polos creativos que han aparecido de manera orgánica, como el Greenwich Village en Nueva York, resultan ser los más exitosos a la hora de potenciar la creatividad.

La clave es desarrollar una sociedad creativa más que una serie de políticas discretas. Y un buen lugar por donde empezar sería la educación, donde la ampliación de las materias que potencien la autonomía del estudiante en el aprendizaje, principal pero no exclusivamente asociada a las artes y las humanidades, impulsarían un pensamiento más creativo. De forma adicional, la innovación en los métodos de enseñanza debería potenciarse para que los estudiantes se expresen a sí mismos incluso cuando lo que dicen contradice a sus profesores. Es necesario también desarrollar más programas de industrias culturales, como los que ya están disponibles en instituciones como la Universidad de Pekín.

Paradójicamente, uno de las historias de más éxito de las industiras culturales de China subraya los retos que estas industrias afrontan. La compañía de animación pekinesea Crystal no sólo produjo todas las imágenes en 3D de la espectacular ceremonia de apertura de los Juegos Olíimpicos de 2008, sino que también recibió el contrato para los servicios de imaginería digital de las Olimpiadas de Londres de este año.

Su éxito es una parte importante de la proyección del ‘soft power’ de China. Pero la mayor parte de los estimados 120.000 minutos de animación que se producen cada año en China se elaboran para empresas japonesas o coreanas. Así, incluso en las industrias culturales, muchos contenidos se elaboran en China pero no se crean. El ministerio de Cultura es consciente de este problema y la inclusión por primera vez de un plan nacional para las industrias culturales en el XII Plan Quinquenal (2011-2015) merece ser bienvenido.

El éxito de Crystal demuestra que las industrias culturales de China pueden competir en el escenario global, y se puede esperar que los cambios institucionales y sociales harán que sea la regla y no la excepción.

*Andrew White es profesor asociado de Industrias Creativas y Medios Digitales de la Universidad de Nottingham en Ningbo, China.

Las opiniones expresadas en este artículo corresponden a su autor y no coinciden necesariamente con las de CHINA.ORG.CN.

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